lunes, 4 de marzo de 2013

Una carta al cielo, para mi ángel.


Hoy como cada día miro al cielo y te recuerdo, pues eres tú esa luz que nos guía cuando buscamos la salida. Y es que aprendí que "No es más grande quien más ocupa sino, quién más vacío deja cuando se va".
4 de marzo, te vuelvo a escribir. Todos los días hablo contigo. Pero hoy, es especial. Te escribo esta carta como regalo, por esos 81 años que cumplirías. Me siento mal al darme cuenta de que nunca te escribí nada cuando vivías, ni tampoco te decía todo lo que siento por ti. Pero uno de los fallos más grandes que tenemos los seres humanos es eso. No demostrar lo que sentimos a los más cercanos hasta que los perdemos. O al menos en mi caso. Estoy intentando cambiarlo, porque tu muerte me ha hecho abrir los ojos, ver que ya no tengo la oportunidad de hacerlo contigo en vida. Aún así me quedo con lo que tengo. Quizás son tonterías, detalles, pequeñas cosas que no parecían importantes, pero son las que más invaden mi mente al recordarte.  
Bendigo esos momentos en los que te hacía fotos o vídeos durmiendo o comiendo, o tal vez discutiendo. Me alegro tanto de ello, porque aunque en esos instantes no tenían sentido, ahora es todo lo que me queda de ti. La vez que estábamos en un chiringuito y te dije "¡abuela, foto!" y me puse a posar con morritos, como solía hacer en ese tiempo. O la vez que te grabé en mi terraza, echándole la bronca a mi hermano porque no te gustaba su novia, una de esas cosas tan graciosas que te caracterizan. El último vídeo que te hice, unos días antes de que ingresaras en el hospital, durmiendo, y cómo no, yo haciéndote bromas. Desearía estar en esos últimos días, en los iba a tu casa para coger wifi y me quedaba dormida en tu sofá, y cuando iban a despertarme decías "¡No! Dejadla que esté aquí conmigo". O la última foto que tengo contigo, en la que solo se ven mi mano y la tuya, agarrándome fuerte, en el hospital. Y supe que tenía que impactar ese momento, porque era lo único que podía recibir de ti, un apretón muy fuerte de tu mano temblorosa.
Recuerdo el día en que te fuiste, la última vez que te toqué, que besé tu piel, fría como el hielo... Parece que fue ayer, cuando fui con mis primos a elegir tu corona... Quién me iba a decir que las primeras flores que te compré eran por tu muerte... 
Quizás me he acostumbrado a tu ausencia. A hablarte y no obtener respuesta. A darle besos a tus fotos. Y te miro a los ojos, creyendo que me estás mirando a mí, en vez de al objetivo de la cámara. 
Pero a pesar de ello aún me parece extraño que te hayas marchado para siempre. Me duele como el primer día en el que ya no te tenía.
Ayúdame a sentirte cada noche, mientras duermo. Sabes que siempre le pido a Dios que quiero soñar contigo. Deseo abrazarte muy muy fuerte, para que no te vayas de mi imaginación... Por desgracia sueño pocas veces contigo, pero cuando lo hago me levanto muy feliz porque apareces y te veo esperándome con los brazos abiertos y sonriendo... 
Y aunque tú no me hablas, me conformo al ver tu cara. No me importa cuanto duela despertarme, igual me duele todo, y cada segundo del día estás presente.
La vida sin ti, ya no tiene sentido, prefiero vivir de noche, sentir que tú no te has ido. Soñando voy a estar hasta que se acabe mi vida, y es que prefiero morir soñando que vivir con tu partida.
Es por ello que imagino cómo sería cada día si siguieses aquí. Hoy estaríamos toda la familia en tu casa celebrando este día tan especial. Como cada año hemos hecho hasta el 2011, el año en que por desgracia nos dejaste. Y como duele el corazón, te extraño tanto, son miles de lágrimas caídas por ti, son más de mil razones para que sigas aquí.
Pero en esta vida hay que seguir adelante, y estoy segura que desde el cielo tú nos cuidas y nos das mucha fuerza.
Feliz cumpleaños abuela,  la magia de tu sonrisa sigue estando con nosotros para siempre.  No te olvido mi ángel por mucho que pase el tiempo. Tu recuerdo es mi oración, vives en mi corazón. 
♥TE QUIERO♥